Sistema epónimo
Régimen político en Linz
Para los propósitos de nuestro análisis preferimos rechazar la idea de un continuum de democracia a totalitarismo y subrayar la naturaleza propia y distinta de los regímenes autoritarios. A menos que examinemos los rasgo característicos de estos últimos, las condiciones bajo las que surgen, las concepciones del poder sustentadas por quienes los configuran, aquellos regímenes que no son claramente ni democráticos ni totalitarios no podrán ser tratados sino como desviaciones de estos tipos ideales y difícilmente serán objeto de un estudio sistemático y comparativo.
Como cualquier tipo ideal, la noción de régimen autoritario es una abstracción que subraya ciertas características e ignora, al menos en una primera aproximación, la fluidez de la realidad, las diferencias de grado y las tendencias contradictorias que se presentan en el mundo real. En cualquiera de los regímenes europeos del periodo de entreguerras, que podríamos llamar autoritarios, existían elementos fascistas activos y minorías destacadas que pugnaban por instaurar un Estado totalitario [...]
Los regímenes autoritarios son sistemas políticos con un pluralismo político limitado, no responsable, sin una ideología elaborada y directora (pero con una mentalidad peculiar), carentes de una movilización política intensa o extensa (excepto en algunos puntos de su evolución), y en los que un líder (o si acaso un grupo reducido) ejerce el poder dentro de límites formalmente mal definidos, pero en realidad bastante predecibles.
Para evitar cualquier confusión queremos dejar claro que el liderazgo personal es una característica frecuente, pero no necesaria, ya que puede darse un sistema de 'junta' sin que la personalidad del líder sea el factor decisivo. Más aún, el líder no necesita cualidades carismáticas, al menos no para amplios sectores de la población ni en todos los estadios de desarrollo del sistema. De hecho, puede combinar elementos de autoridad carismática, legal y tradicional en varios grados, a menudo en puntos diferentes en el tiempo, aunque el elemento carismático tienda a ser muchas veces más importante que la autoridad legal, al menos para algunos sectores de la población [...]
Nuestro concepto de régimen se centra en la forma de ejercer el poder, de organizar el poder y de enlazar con las sociedades, así como en la naturaleza del sistema de creencias que lo sostiene y en el papel de los ciudadanos en el proceso político, sin prestar sin embargo atención al contenido sustantivo de las políticas públicas, de los objetivos que se persiguen y de la raison d'être de estos regímenes. No nos dice mucho sobre las instituciones, grupos y sectores sociales que forman parte del pluralismo limitado y sobre quiénes están excluidos de este pluralismo. El énfasis en los aspectos más estrictamente políticos expone nuestro concepto a una parte de la crítica del formalismo dirigida contra el concepto general de totalitarismo, por no decir de la democracia. Creemos, sin embargo, que, al caracterizar los regímenes con independencia de la política que persiguen, tendemos a tratar de una manera especial a los problemas con los que se enfrentan todos los sistemas políticos, por ejemplo la relación entre política y religión, o la política y los intelectuales. Las condiciones para que surjan, para su estabilidad, para su transformación y quizá su quiebra son también muy distintas. El carácter general y abstracto de nuestra definición hace aún más imperativo descender de las alturas de la abstracción al estudio de una serie de subtipos, según haremos a continuación.
Hablamos de regímenes autoritarios, más que de gobiernos autoritarios, para indicar la relativamente baja diferenciación de las instituciones políticas. A menudo penetran en la vida de la sociedad, evitando, incluso por la fuerza, la expresión política de ciertos intereses de grupos (como la religión en Turquía y México después de la revolución, o el mundo laboral en España) o conformándolas mediante medidas intervencionistas (como las de los regímenes corporativos). Y hablamos de regímenes y no de sociedades, como algunos de los que analizan el totalitarismo, porque la distinción entre Estado y sociedad no está completamente borrada incluso de la intención de los gobernantes.
El elemento pluralista es el rasgo más distintivo de estos regímenes. Pero nunca se podrá subrayar suficientemente que, a diferencia de las democracias, con su casi ilimitado pluralismo y con su pluralismo político institucionalizado, aquí estamos tratando con un pluralismo limitado»
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Aportaciones Generales
La palabra "epónimo", de la lengua helena clásica, identifica una idea, teoría o entidad física, con el nombre de su autor o descubridor. Aquí presentamos una relación amplia, aunque inevitablemente limitada, de ideas y teorís con el nombre de uss autores auténticos o de un discípulo o seguidor que lo acuña con su nombre. Práctica habitual en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias sociales y el pensamiento, e incluso en la literatura no se prodiga. Pero hay ilustres ejemplos como el "teorema de Thomas" acuñado por Merton. Existe, a modo de detalle curioso, una "ley de los epónimos", idea de Stigler (ley de Stigler) que sentencia que "ningún descubrimiento científico recibe el nombre de quien lo descubrió en primer lugar". Pasen y vean.
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